25.8.15

Gordito en rehab

Últimamente me he dado cuenta de dos cosas muy recurrentes en mi vida:
  • La gente me etiqueta en FB con fotos de actitudes de gordos.
  • La gente me regala comida: pasteles, pan, guisados; todo lo que se les ocurra llega a mis manos en cualquier horario.
Lo cual me hace pensar que o parezco niño desnutrido de UNICEF o todos saben que me encanta la tragadera. Y como francamente mi panza de perro de pueblo me obliga a descartar la primer opción sólo me queda reconocer lo que ya sabe la gente que me ha visto comer: soy un gordito.

El gordito al que le dan el último pedazo de pizza porque “todavía me cabe (albur free)”, al que le hacen ojos de “¿neta te vas a comer todo eso?” cuando va a un restaurante o el que escucha la bonita frase “no te vas a llenar” si salen a comer. El gordito al que le ofrecen lo que ya no se van a comer y normalmente lo acepta.

Aunque los últimos dos años entré en rehab “tratando de comer menos y más sano o de bajarle a la garnacha” (en serio lo intenté), ya es momento de aceptarlo: tengo una recaída; pero lejos de verlo como algo negativo, diré algo con lo que me odiarán los Nutriólogos (saludos Lau): ¡me alegro de tenerla!

¿Por qué? Porque amo comer y yo vine a disfrutar esta vida. Así que he decidido dejar de preocuparme menos por lo que como y ocuparme más en lo que me gusta; y no, esto no quiere decir que me dejaré ir como gorda en tobogán empacándome todo lo que se me ponga enfrente hasta que sude tocino (i love bacon!). Esto va más allá de la comida.

Porque pasé tanto tiempo preocupándome por la “dieta”, por hacer ejercicio, por hacer excelente mi trabajo y básicamente por “hacer las cosas bien” que dejaron de ser algo que hacía por convicción y se volvieron una obligación; y cuando eso sucede, para mí todo pierde sentido porque dejo de sentirme bien.

¿Saben cuántas veces dejé de hacer cosas que quería porque no era lo “más recomendable”? ¿O cuántas veces fui al gym sin ganas de ir porque “si ya me comprometí, tengo que seguir”? Un chingo. Por eso llegó el momento de volver a hacer las cosas por gusto (como retomar mi blog o comerme 3 rebanadas de pastel porque quiero y puedo), y dejar de pensar tanto en el qué sucederá o qué pensarán.

Así que si un día me ven dándome un atracón de comida o haciendo algo que no tiene sentido para ustedes no se preocupen; lo tiene para mí y seguramente estaré sonriendo por dentro, ¿por qué? Porque soy un gordito en rehab.