26.11.09

El país del 15


¿Y mi propina?
Todos escuchamos algo así cada que vamos a un antro, al restaurante, al trabajo… ¡A donde sea! En cualquier lugar te hacen mala cara si te atreves a dejar menos de “lo que les corresponde”. Y es entonces cuando se me vienen a la mente tantos recuerdos de los bares donde al final había que hacer “vaquita” para completarle a los meseros.

Salir se ha vuelto un peligro para la economía: entre el cuate del valet –o en su defecto, un viene viene-, el de la gas, el del baño, el mesero -más todos los que se te acumulan en el camino-…  tu cartera termina más delgada que cuando eras puberto y sobrevivías con $100 toda la semana.

¿Por qué tenemos que limitar nuestro consumo sólo porque no nos va a alcanzar para la propina? Hoy, tienes que calcular desde un inicio más o menos cuánto piensas gastarte para no llevarte una desagradable sorpresa.

Yo no sé a quién se le ocurrió “recompensar” con unos pesitos un buen servicio pero nos jodió a todos. Porque en un país con un gobierno paternalista donde la gente está acostumbrada a esperar que los demás les resuelvan sus problemas, ahora es primordial darles un ingreso adicional sólo por hacer bien –y eso a veces- las cosas para las cuales los contrataron.

Entiendo que en la mayoría de esos trabajos la paga no es bien remunerada, pero a mí nadie me regala $10 por un copy bien hecho y mi salario no es como para irme de viaje cada mes. Entonces ¿Por qué tengo que pagar de más por un servicio que ya me cobraron? Suena bastante absurdo e injusto.

Pero bueno, aprovechando el tema les digo que si les gustó mi texto…  aunque sea denme pa’l chesco.

23.11.09

Reflexiones a la medianoche


El trabajo es cosa del diablo. Por eso, los domingos que vamos a la iglesia no se trabaja... para llegar con el alma pura a la casa de Dios.

5.11.09

Hablando de zombies, brujas y el diablo.

Ya escribí del día de muertos, así que ahora me toca hacerlo sobre el Halloween y todos los personajes que en este día se prepararon para salir de ultratumba, pero que en la vida real no se parecen en nada a los monstruos de las películas.

Brujas.
No vuelan ni tienen poderes mágicos que te convierten en sapo… en cambio, sí tienen la capacidad de encerrarte por varios días o semanas bajo las peores torturas y el mayor aburrimiento. Sólo necesitan hacer un conjuro con tus papás acusándote por alguna travesura y la maldición comienza.

Zombies.
No se comen tu cerebro, pero sí caminan despacio, se tambalean y por lo general tienen mucha dificultad para hablar. Normalmente los vas a encontrar en manada y su rito de iniciación incluye un brebaje especial que los transforma… recuerda esto: sólo se necesita uno para comenzar a contagiarte.

Vampiros.
No le temen a la luz ni chupan sangre… pero vaya que se vuelven locos cuando consiguen el elixir que les da más energía. Tienen una vida nocturna muy activa pero al contrario de las creencias populares, ésta se incrementa conforme se acerca el amanecer… por cierto, les encanta volar.

El diablo
Si lo imaginamos sin tridente, sin cola y sin cuernos no parece tan amenazador… es más, podría asegurarte que tiene un encanto irresistible. No huele a azufre como todos dicen, por el contrario, siempre tiene un aroma sutil y seductor… su sonrisa te atrapa, la voz es suave y con la mirada te enamora hasta que descubres lo inevitable: no le interesas.

Hombre lobo
Su aspecto no es espeluznante y a veces podría llamar tu atención, se esconden en la oscuridad para atacar pero no le aúllan a la luna ni están llenos de pelos, es más ¡Pueden ser lampiños! Siempre buscan nuevas víctimas pero no son selectivos con las mujeres que encuentran a su paso, lo importante es que puedan aprovecharse de ellas. ¿Lo más peligroso de ellos? Sus garras, pero sobre todo el hocico.