Hay amores que no se olvidan.
Pueden
llegar de imprevisto, alejarse sin avisar, regresar, volverse a ir y así
infinitamente; pero no se van en realidad. Son
amores que te marcan, que llegan para quedarse; amores que siempre estarán
contigo sin importar a dónde vayas ni con quién estés.
Nunca
he olvidado cómo me hizo sentir cuando llegó a mi vida: desde el primer instante, supe que nada sería igual. Descubrí que
la felicidad estaría en cualquier momento que estuviera a mi lado.
Dicen
que cuando es amor verdadero, todo fluye desde el principio y es verdad: cada segundo es invaluable. Pasas la
vida deseando algo así. Lo sientes, lo sueñas, imaginas mil escenarios posibles
y cuentas el tiempo para volver a
vivirlo.
Ayer me reconcilié con ese amor. Fue
como si el tiempo se detuviera y no nos hubiéramos distanciado por
tantos años.
Qué bonito fue prepararme para ese
reencuentro. Volver a sentir esa emoción, los nervios, la ansiedad de saber
que volveríamos a estar juntos. Y comprobar
que aunque el tiempo pase, siempre seguiré sintiendo lo mismo.
Pisar la cancha.
Patear el balón.
¡Qué chingón eres, fútbol!
2 comentarios:
Jajajjaa, y seguro dos que tres personas pensando en la afortunada....pelota! Jjajajaja
jajajaja ¡quién sabe!
Publicar un comentario