15.12.14

Los hombres también vemos telenovelas

Y quien les diga que no, está mintiendo. Gritamos, lloramos y sufrimos como cualquier señora (no tan respetable) que ve cómo María la del barrio se siente mal porque la maltratan y le dicen marginal (según yo algo así pasaba).

Sí, los hombres vemos telenovelas. Nos apasionamos con los buenos y queremos que les vaya bien siempre; los apoyamos desde la televisión mientras le gritamos lo que creemos que deben hacer. Lloramos cuando lloran y reímos cuando ríen; nuestra felicidad depende de ellos (por raro que pueda sonar, ¡es cierto!).

Y así como las mujeres comentan el capítulo del día anterior, nosotros hacemos lo mismo. Podemos pasar horas discutiendo los personajes antes de que empiece y en especial cuando termina. Analizamos todo. Sabemos en qué se equivocó el bueno. Odiamos al malo. Esperamos con mucha ilusión el siguiente capítulo.

Las mujeres imitan los atuendos de las protagonistas, nosotros también. Y no nos da pena. Por el contrario, nos sentimos orgullosos de vernos (así lo creemos) igual que ellos, y de hacer lo que ellos hacen.

Pero sobre todo: creamos lazos. Nuestras novelas nunca pueden verse en soledad porque nos unimos y damos apoyo, nos abrazamos cuando todo va bien y sobre todo no nos da miedo llorar juntos cuando algo sale mal.

Quizá la mayor diferencia es que nosotros somos capaces de pagar mucho dinero (no siempre lo hacemos)  por ver nuestras novelas y ustedes no y aunque en ocasiones cuando estamos decepcionados juramos que nunca más veremos otro capítulo, lo cierto es que siempre volvemos a hacerlo.

Si todavía se preguntan cómo es posible que podamos enajenarnos de esa manera y dudan que sea cierto todo lo que les dije, pongan mucha atención la próxima vez que un hombre esté viendo un partido y lo entenderán. Bendito fútbol.

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