Indudablemente la tecnología nos ha facilitado muchas cosas y para bien o para mal, todos dependemos de ella. Por eso, no es una sorpresa el hecho de que cuando quiero escribir algo, lo hago directo en la computadora: es más fácil, rápido y menos cansado.
Si no me gusta, presiono la tecla delete y la magia comienza: cientos de letras desaparecen en un instante para comenzar de nuevo.
Si se me va la inspiración al empezar, le doy guardar y mis pensamientos permanecen intactos: así están disponibles para retomarlos después.
Y qué decir del copy/paste cuando quiero repetir una frase o cambiar el orden de mis oraciones… ¿verdad que es maravilloso?
Últimamente, en mi trabajo he descubierto que me gusta utilizar la vieja escuela de escribir a mano, de tachar, de hacer garabatos y pasar en limpio mis mejores ideas… algo que antes sólo hacía para mis cosas personales.
Hoy más que nunca, me gusta escribir en sucio.
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